El término Preparación al parto me desagrada bastante. Me gustaría que fuesen preparaciones a la maternidad y a la paternidad (dependiendo del tipo de familia). De momento, en el sistema público de salud tenemos preparaciones al parto. Las hay mejores y las hay peores, dependiendo en gran parte de quien imparta las clases, de su respeto, de su empatía, de su saber estar. Al igual que los materiales de las clases, que en cada centro son lo que les parecen, en lugar de existir un material único, centralizado, revisado y actualizado cada cierto tiempo.
¿No me creéis? Os dejo un ejemplo real que me acaban de relatar y que he transcrito porque no tiene desperdicio, aunque sí merece unas cuantas reclamaciones.
Centro de Salud en la zona de Ibiza (Madrid), clase de preparación al parto de miércoles de 18:30 a 20:30.
Todas las familias esperando en una sala deprimente con materiales de principios de siglo… XX. La ponente llega ¡¡a las 19:00!! ¿Para qué ser puntual si los bebés para nacer tampoco lo son? (Debe ser eso lo que piensa, digo yo)
Coloca un pendrive y aparece una presentación que, en cuanto a estética, no llega ni a trabajo escolar hecho sin ganas. La estética no es tan importante si el contenido es bueno…
Primera diapositiva: una vulva. Supongo que por si algún asistente no ha visto una, claro que, teniendo en cuenta que las mujeres presentes están embarazadas, raro es que sus parejas no hayan visto vulva alguna…
Pero no es por ver una vulva sin más, la intención de la ponente es explicar POR DONDE VAN A CORTAR CUANDO ESTÉN DE PARTO. Sí, sin dar más opciones, indica que se corta y que se corta por aquí y por allá. ¿Para qué hablar de tiempos de dilatación, de contracciones, de desgarros o de todo el proceso de trabajo de parto? Esto sí es tijeretazo y no los recortes en presupuestos, oigan.
Durante esta explicación, a las 19:05 (a recordar que la ponente llegó a las 19:00), aparece un futuro padre agobiado por llegar tarde y disculpándose, recibiendo de la instructora una reprimenda por interrumpir y hacerle perder el hilo…
Supongo que al perder ese hilo, se fija en su público y se percata de que las mujeres presentes están gordas. Ya sé, están embarazadas, pero la ponente las llama gordas, les recrimina que comen demasiado, que esos kilos no se los van a quitar nunca jamás. Como dice quien me relata este festival: gordofobia. Yo diría más bien poca alegría de vivir. Y poca empatía, muy poca.
19:30: se apaga el proyector y… aquí termina la sesión. ¿Cómo? ¿No era hasta las 20:30? Debería, aunque me pregunto quién quiere seguir perdiendo el tiempo y la paciencia en una clase así.
¿Pensábais que había terminado? Por supuesto que no, falta la puntillita, la última pregunta de la ponente:
– ¿Qué os pasaría si no os llega la sangre al cerebro?
– Que nos morimos – contesta una de las presentes
Carcajadas… de la instructora
– No seas exagerada, no te mueres, en todo caso se muere el bebé pero tú no.
No, no es diálogo inventado, mi imaginación no es tan buena, transcribo la respuesta tal cual, con todo el halo de simpatía y empatía… ¿Da miedo encontrarse con alguien así, verdad? ¿Y encontrarse a alguien así el día del parto?
Por eso tenemos que informarnos sobre el hospital al que vamos a acudir al ponernos de parto, sobre el centro en el que vamos a prepararnos, y si no cuadra con nuestros valores, nuestra visión, a no rendirse, a no conformarse, a no resignarse.
Por supuesto, a quien diga que la violencia obstétrica no existe: esto también es violencia obstétrica. No empatizar en un periodo tan sensible, no aportar información veraz y las diversas opciones, no respetar a las mujeres gestantes y atacarlas verbalmente.
Evidentemente, la pareja que me ha relatado esta experiencia va a poner una queja, una reclamación, porque no tenemos que permitir que nos traten así, que nos falten al respeto, que la empatía se quede a tres paradas de metro, que la profesionalidad brille por su ausencia.
¿Cómo han sido vuestras preparaciones al parto? ¿Qué echásteis de menos? ¿Y qué de mas…?
Qué fuerte… y no me extraña nada 🙁
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