Desde que decidimos ser padres tuve claro que quería dar el pecho. Ya embarazada lo tuve más claro todavía, me parecía lo natural y, aún sabiendo que millones de mujeres amamantan a diario, tenía el temor de no poder dar el pecho. Este miedo se acrecentó en el momento en el que programaron la cesárea. Yo no sentía los pechos hinchados, no habían goteado previamente y además iba a ser cesárea programada ¿cómo iba a poder dar el pecho?
No hubo problema para el agarre y la subida aunque por algún motivo aquello no fue bien. A los quince días el bebé no había subido de peso apenas y mis grietas no terminaban de curar. Antes del mes ya estaba con mastitis y mi hijo suplementado con leche de fórmula porque las extracciones eran casi a goteo. Llegué al centro de salud llorando, mezcla de dolor, de rabia y de impotencia. Sentía que no lo estaba haciendo bien y que iba a fracasar en mi propósito de dar el pecho.
Superada la mastitis seguíamos con lactancia mixta aunque en mi cabeza solo había una idea: reducir los biberones y volver a la lactancia materna exclusiva. Cita con la matrona que me da una sola solución posible: la extracción poderosa. Salí del centro de salud leyendo los pasos a seguir y, conociéndome, supe que no podría. Con el tiempo conocí mujeres que tuvieron éxito con este método pero yo no podía quedarme en casa días y días alternando entre mi hijo y el sacaleches. Y no fue que no lo intentara pero cada una tenemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades y yo no pude con esto. A la siguiente cita con la matrona fui cabizbaja cual niña que llega a la escuela con los deberes por hacer. Y la matrona me regañó cual profesora a la vieja usanza. Fue el punto y final a mis intentos por volver a la lactancia materna exclusiva.
Al mismo tiempo descubrimos un bulto en el cuello de nuestro hijo: una contractura que seguramente tuviera por la posición transversa en el útero. Dicha contractura le impedía realizar una succión eficiente. Habíamos encontrado el problema, aunque algo tarde. Sesiones de fisio y gel de árnica en casa hicieron que en dos semanas no quedara ni rastro, únicamente un sentimiento de culpa por no haberlo detectado antes y una lactancia mixta.
Solo quedaban dos cosas por hacer: seguir aumentando mi producción y quitarme el sentimiento de fracaso. Casi 30 meses después del nacimiento del heredero seguimos con lactancia materna y ya no hay culpa, solo sentimiento de éxito.
Solo quedaban dos cosas por hacer: seguir aumentando mi producción y quitarme el sentimiento de fracaso.
Sí, la lactancia mixta es un éxito. No digo que dar únicamente leche de fórmula sea un fracaso, me refiero al sentimiento de éxito para aquellas mujeres que querían dar pecho y tuvieron que suplementar por factores externos. Entonces el sentimiento de culpa es inmenso, sopesamos en qué hemos fallado, repasamos todo lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. Nos fustigamos por no haber sido perfectas. Muchas veces esto nos lleva al todo o nada y abandonamos la lactancia materna del todo. Pero hay muchos matices, muchos colores entre el blanco y el negro.
Os he relatado el porqué de nuestra lactancia mixta pero los motivos pueden ser muchos, tantos como díadas madre-hijo existen. Algunos ejemplos en mi entorno cercano: bebé ingresado por deshidratación nada más nacer y administración de biberones para su recuperación; incorporación muy temprana (demasiado) a trabajo y estudios; mastitis y canales obstruidos que impedían una succión y alimentación correctas…
Dos mantras empecé a repetirme para eliminar el sentimiento de culpa:
“Cada gota es un regalo de salud”
“Un biberón puede salvar una lactancia materna”
Este segundo suena contradictorio, extraño incluso, pero así es. Imaginad una madre que insiste en quitar biberones, al borde de la obsesión, y eso se convierte en el objetivo principal en su maternidad. Y se ciega. Y de repente no se da cuenta que la salud de su hijo corre peligro. Acaba ingresado o suplementado con mucha más cantidad. La madre se siente mal, la lactancia se le hace más dura, la suplementación es más fuerte, el niño de repente siente que sí se sacia con el biberón y el pecho empieza a quedar relegado… Es un caso real. Uno de muchos similares.
Dejemos el ego a un lado y relajémonos: nada mejor para un hijo que una madre feliz y relajada. Evidentemente, la lactancia materna exclusiva es, biológica y fisiológicamente, el alimento más saludable para el bebé. No es un decir, es una afirmación avalada por la evidencia científica. Pero si diversos factores nos llevan a tener que recurrir a la leche de fórmula, no nos castiguemos, no nos amarguemos. Aunque sea poco, ya es más que nada. Pequeñas vacunas, pequeñas dosis de salud y de amor.
Dejemos el ego a un lado y relajémonos: nada mejor para un hijo que una madre feliz y relajada.
Porque el amamantar no es solo dar alimento, también es nutrir psicológica y emocionalmente. El pecho calma, relaja, cura, aporta seguridad, calor, amor… Y después suplementamos.
¿A que suena sencillo? Personalmente no lo considero así, al contrario, es una opción complicada, sobre todo si no queremos destetar. Seamos realistas: muchas lactancias mixtas terminan más pronto que tarde. No se pueden determinar causas concretas para que una lactancia mixta dure mucho tiempo o que al poco solo se quiera biberón.
Trucos para mantener la lactancia mixta.
- Siempre ofrecemos primero un pecho, luego el otro. Tras esto le damos el suplemento.
- El suplemento se lo damos igual que el pecho: pegado a la madre para seguir favoreciendo la producción de lactancia materna (a poder ser piel con piel), a la altura del pecho y manteniendo el contacto visual.
- En caso de recién nacidos o bebés de pocas semanas, se puede suplementar con relactador. De esta manera el bebé obtiene suplemento y no pierde el contacto y los beneficios de estar al pecho. Al tiempo que estimula la producción. También se puede utilizar el método dedo jeringa.
- Si se trata de bebés con varios meses y lo admiten, se puede suplementar en vaso, evitando así el confundir la tetina con el pezón.
- Si se utiliza biberón, mejor utilizar tetinas con poco flujo, de punta redondeada. Aunque puede suceder que se tengan que probar distintas tetinas hasta dar con la que agrada al bebé.
- Si es posible, suplementamos con la propia leche materna extraída. También se puede suplementar alternando biberones de leche materna y de fórmula.
- Hasta los seis meses (o hasta que se mantenga sentado por sí solo), no se añadirán otros alimentos. Ni siquiera cereales en el biberón. Lactancia exclusiva.
- Cuando se ha introducido la alimentación complementaria es más extraño que tengan confusión por lo que la lactancia mixta se torna más sencilla. Ni qué decir a partir del año, cuando tienen claro en qué momentos prefieren biberón y en qué momento prefieren teta.
Cada maestrillo tiene su librillo, así que cada madre en lactancia mixta se hace con sus propios trucos y recursos. ¿Habéis vivido la lactancia mixta? Me gustaría conocer vuestras experiencias y que nos comentárais si resultó sencillo, si fue duradera, si volvisteis a la lactancia materna exclusiva…
¡Impresionante! A pesar de haber muchas palabras lo he leído de un tirón y he bajado a la zona de comentarios directamente para
agradecerte esta entrada, genial ! Enhorabuena
Muchas gracias. Es un tema tan interesante y tan amplio que se podría hablar días sobre ello, y difícil de resumir.